Durante la fase lenta del sueño, se restablecen los recursos físicos del cuerpo, mientras que el sueño rápido activa los procesos cerebrales y favorece la salud mental.
Si duermes más de 10 horas al día, las fases del sueño REM se vuelven mucho más largas. Debido a esto, el cerebro está constantemente bajo tensión y el cuerpo no puede descansar normalmente.
El flujo sanguíneo se ralentiza durante el sueño prolongado. Aumenta la probabilidad de formación de coágulos de sangre y obstrucción de los vasos sanguíneos.